sábado, 25 de febrero de 2012

El misterioso caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.



Regreso a mis aposentos, a mi hogar, a las letras. Me doy la bienvenida una vez más a este espacio, esperando ustedes también me reciban de la manera en que yo los espero, impaciente y emocionada.

Un clásico de la literatura, una obra excepcional que esta ocasión he decidido ovacionar.

Me encontré indecisa una tarde respecto a qué debería leer, me había enfrascado en un género, un estilo literario, decidí voltear a los clásicos y me hice de unos cuantos, el primero de esa pila fue “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”.

Todos conocemos la historia parodiada miles de veces en diversos programas y dibujos animados, ¿alguna vez les dio curiosidad por saber que tan apegados están al libro? Esa fue una de las principales razones por las cuales me aventuré a que fuera el primero de mi lista de clásicos, en leer.

La lectura de esta novela es fácil, rápida y comprensible. Situada en Londres de los años 1800’s, nos envuelve en una atmósfera colonial.

El asunto a tratar, la eterna lucha de la conciencia contra el placer, el bien y el mal si así lo quieres leer.

Jekyll, un respetado doctor en la ciudad se ve corrompido por los insoportables deseos de caer presa de sus mas bajos instintos. Desea dolor, desea muerte, desea ver sufrir al prójimo en secreto, bastante inadecuado para un ser como él, a quién la gente veía con gran admiración y respeto.

Aún así, los remordimientos no lo dejarían en paz, por esto es que la fórmula que ha creado es tan seductora. Le permite partirse en dos, dos entidades con conciencia independiente, pensamientos independientes y aún así una memoria compartida y una especie de cascarón ocupado por los dos en tiempos diferentes.

“…con una zanja mas profunda que en la mayoría de los hombres, se dividieron en mi ser las nociones del bien y el mal que componen la naturaleza dual del hombre. […] Ahora puedo afirmar que el hombre no es uno, sino dos.” – Jekyll.

Así es como Jekyll nos deja ver que todo hombre es dual, en nosotros conviven y luchan a toda hora estas fuerzas, estas contrapartes. Todos somos Jekyll, todos somos Hyde, es cuestión de decisión hacia a dónde inclinamos la balanza.

Me desvanezco antes de cambiar, antes que mi contra parte pida a gritos salir, me desvanezco esperando encontrarlos una vez mas y pronto, en excelentes condiciones, con su amor por la lectura rejuvenecido.



-Miss Van Dorth.